domingo, 30 de junio de 2013

La medicina hipocrática

Con el nombre de Hipócrates la tradición ha transmitido unos sesenta escritos médicos en lengua jonia que recopilados toman el nombre de Corpus hippocraticum. El examen de contenido de su obra muestra las diferencias en el vocabulario y doctrinas contradictorias, además los escasos testimonios antiguos prueban que ciertos tratados no son obra del maestro. La descripción de los vasos sanguíneos que Aristóteles atribuye a Pólibo proviene del tratado hipocrático “Sobre la naturaleza del hombre”, e igual ocurre con atribuciones a Sienesis de Chipre, también discípulo. Los dos únicos pasajes de la obra de Hipócrates que podemos atribuir de forma segura a un autor gracias a una información antigua y digna de crédito no provienen del maestro sino de los discípulos. Un núcleo importante de tratados fue producido por él y la llamada escuela de Cos.  
Para Hipócrates el médico sanador debe estar preparado para interpretar los signos para conocer la naturaleza de la enfermedad y para pronosticar su evolución. Éste es el argumento del célebre tratado “Pronóstico”, donde lee la descripción, acuñada como clásica, del rostro del enfermo alterado por la enfermedad que anuncia la muerte. En “Sobre las enfermedades agudas” el autor presenta el conocimiento de cebada o tisana, lo que explica que el tratado en la antigüedad se llamara “Sobre la tisana”, que se cierra con el uso de las bebidas y baños. Los “Aforismos” presentan sin orden sistemático una riquísima mezcla de propuestas sobre prognosis, al influencia de las estaciones y la edad y la terapéutica. los médicos hipocráticos utilizaban un proceso metódico para el pronóstico y la medicación. Sus pasos eran la hipótesis, la observación de los síntomas, la conjetura sobre las causas morbosas, la medicación, procesos que se complementaban con la experiencia sensible y la reflexión para aplicar los recursos de la ciencia a favor del enfermo.

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